Por la
mañana no hay cumbias
Hay
pajaritos del domingo que aún está soñando
A eso de las
diez empieza. Primero tras el gallo
Ahí en un
rectángulo que no se puede detectar
Entonces
como movidos por un gesto en el aire
Empiezan a
sonar a discreción, fuego abierto y graneado
Heridas de
una guerra fría bajo el sol ardiente
Masas óseas,
cartulinas, cabecitas de diablos, bailarinas envenenadas
Toda esa
cumbia de la tierra
Ya aparecida desde la garganta del domingo y el velorio
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