¿Y si no tuviera
nada para decir? ¿ Si fuera una pecera?
¿Si escribiera
solo porque soy un caballito de plástico
que cree
adivinar en los
astros cuernos funerarios
puestos allí
para regocijo del azar?
¿O que la luz
verde de los faroles resultan ser miradas
pues sus guiños
develan su carencia?
¿Y que es
injusto el título, la vanidad enhebrada a una aguja
de pelo de
hocico de cazón cuando se me prende a la solapa
la cucarda de
poeta?
Porque, empiezo
a sospechar, otros pueden ser los verdaderos.
E ignoro
honestamente quien convierte
a uno ficticio
en uno real. Los medicamentos enferman
el dedo alunar
tiene un eclipse, hay ratones silbando.
Como sea, yo
encarno y pesco a un poeta que lleva
un cuaderno con
palabras sueltas tales como novia, familia lejana, patria, bandera, gol en
contra, puerta, desodorante, impuestos, perro,
ceniceros de
posadas, pasillos espantosos, carnavales, entierros,
votaciones, almacenes y dentistas.
¿Si fuera así
que más da?
¿Si todo no
fuera más que la deposición de un fantasma,
el aleteo de un
ave mustia, un animal fabuloso, impostor y sereno?
El imprentero no
lo ha de notar
con tal que
alguien pague la edición
Y mis amigos
crean que lo que he puesto
Es el vigoroso
fulgor de un planeta de dibujito animado
que tintinea en
mi cerebro
por tanto
me declaro
solemnemente
un pez globo que
ha trepado a la superficie
solo para
publicar textos tan húmedos como frágiles
y que no hay
verdad en las palabras ni en la tanza vibrando
solo hay
dibujitos de las aletas de un pescado desplazándose
sobre una hoja
de papel en un universo pespunteado a birome
entrampado para
siempre en un cajón acuático de tapas duras
sello editorial
código de barras
diseñador amigo
crítica
favorable
marca de agua
en los
aeropuertos submarinos
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